OpenAI

Hablando de tecnología, en los últimos meses es imposible no escuchar noticias sobre las aplicaciones de la Inteligencia Artificial y los avances de la empresa OpenAI creadora de ChatGPT en estos temas. 

ChatGPT es un chat conversacional o modelo de lenguaje basado en Inteligencia Artificial que da respuesta con coherencia y gran raciocinio a cualquier pregunta que se le haga, GPT proviene de las siglas en inglés “Generative Pre-training Transformer”. Su primera versión fue lanzada en 2018 con 117 millones de parámetros; la segunda versión en 2019 con 1.5 mil millones de parámetros y, su última versión, fue lanzada a finales de 2022 con 175 mil millones de parámetros. 
Ha tenido gran acogida por ser asequible a cualquier usuario para seguir nutriéndose. En solo cinco días de su lanzamiento ChatGPT consiguió un millón de usuarios y a la fecha todos los que han interactuado con la herramienta la han probado con un sin fin de temas, como económicos, políticos, artísticos, tecnológicos, de actualidad, salud, legales, etc.

Lo verdaderamente sorprendente de esta herramienta radica en su capacidad de aprender, analizar, identificar patrones, conectar, correlacionar y sintetizar grandes volúmenes de datos para generar información y respuestas relevantes a problemas con velocidades que un humano jamás podría lograr, además de crear contenido que a simple vista no podría inferirse que fue creado por una máquina. Su potencial es infinito, con futuras versiones y más parámetros de los actuales, podría llegar a crear conocimiento, resolver problemas que promuevan nuevos descubrimientos en distintas áreas y, hasta corregir y desarrollar software.
Todas estas ventajas que se proyectan a futuro han generado incertidumbres en diversas profesiones, principalmente, aquellas que se basan en el manejo y transformación de conocimiento como las profesiones administrativas, dado el potencial de esta tecnología para el análisis de problemas y la creación de contenidos. Desde la perspectiva de la profesión del derecho es un tema que no es nuevo y que se ha discutido años atrás desde el boom del LegalTech y la aplicación de la Inteligencia Artificial en el sector legal. Recordemos que en la industria de LegalTech existen un sin número de empresas que fueron creadas hace unos años y que usan la base tecnológica de ChatGPT, que es la Inteligencia Artificial. Por mencionar algunas como: KIRA Systems, ROSS, Lex Machina, Luminance, Relativity, Klarity, entre otras, que son usadas por ejemplo para realizar investigaciones, revisar contratos, procesar lenguaje natural, predecir el comportamiento de partes y jueces, analizar textos, e-Discovery, debida diligencia, entre otros. 

No se puede desconocer que desde el desarrollo de ChatGPT, las LegalTech del mercado han comenzado a pensar en sus posibles aplicaciones para potenciar los servicios legales, esto aprovechando las alternativas que se generan por poder experimentar con el código abierto que permite OpenAI. Por ejemplo, la LegalTech Ironclad anunció el lanzamiento de un asistente para modificar contratos utilizando el modelo generativo de ChatGPT; Agiloft creó ConvoAI, una función de chat interactiva para tener conversaciones con contratos y; Rally, la plataforma de automatización legal con sede en Toronto, lanzó un complemento para Word basado en GPT-3 llamado Spellbook que ayuda a los abogados con la redacción de contratos, sugerencias para negociaciones y resúmenes de términos. De igual manera, pronto veremos nuevos avances enfocados en la creación de servicios legales basados en ChatGPT, dado el caso de la startup Harvey, que ofrece un chat especializado en la asistencia de trabajo de los abogados que recientemente obtuvo una financiación de USD 5 millones de OpenAI Startup Fund y, por otra parte, la alianza con la Firma Allen & Overy.

En el sector legal ya comienzan a sonar noticias como la de la firma de demandantes con sede en Chicago, Edelson, que asegura utilizar ChatGPT en sus esfuerzos de marketing, para escribir comunicaciones internas, primeros borradores de comunicados de prensa y algunas tareas administrativas sencillas y, no yendo muy lejos, localmente el presidente del Juzgado Primero del Circuito en Cartagena-Colombia ha incluido en una sentencia de acción de tutela las respuestas generadas con el chatbot para extender los argumentos de la decisión adoptada.

La aplicabilidad de ChatGPT y la Inteligencia Artificial Generativa en la profesión del derecho es algo realmente emocionante, aclarando que este tipo de tecnología, a mi modo de ver, podría ser usada de manera asistencial y como complemento para ampliar las capacidades, habilidades, criterio, buen juicio, conocimiento y experiencia de los abogados, cubriendo actividades operativas, como trabajos rutinarios, repetibles y con bajo nivel de riesgos, para que a fin de cuentas estos puedan concentrarse en lo estratégico y ser más eficientes y precisos en la prestación de los servicios legales. Pueden resaltarse varias aplicaciones de esta tecnología de la cual los abogados pueden sacar gran provecho como:

  • Generar variedad de ideas iniciales para inspirar y luego abordar casos legales.
  • Redacción y revisión colaborativa de documentos.
  • Asistencia en redacción de cláusulas y primeras versiones de contratos.
  • Resumen de textos extensos.
  • Investigación, búsqueda, sintetización y análisis de datos de forma colaborativa.
  • Transformar el lenguaje legal en un lenguaje sencillo para los clientes.
  • Identificación precisa de leyes y normativas para la elaboración de conceptos legales.
  • Identificar riesgos, omisiones, fallas y sugerir ediciones en las negociaciones de contratos.
  • Escribir correos proforma.
  • Acelerar el aprendizaje de nuevos temas.

Pese a todas estas ventajas, ChatGPT aún tiene algunos limitantes, riesgos y temas a considerar para la profesión del derecho. Por ejemplo, la privacidad de datos y la posibilidad de filtración de información confidencial de clientes dado que todos los datos que maneja son almacenados en servidores de OpenAI, que además son revisados por humanos para el reforzamiento del sistema; riesgos de calidad por obtener resultados muy generales y no actualizados dado que se nutre de históricos de internet hasta el 2021; los esfuerzos elevados en recursos humanos y computacionales para usarla en un ambiente seguro al interior de una compañía y, posibles violaciones a derechos de autor. 

Solo queda seguir atento a las nuevas noticias y oportunidades que se van generando en este tema, principalmente, por los últimos anuncios de grandes tecnológicos como Google que lanza su propio ChatGPT llamado BARD, el “Google Chino Baidu” que lanza a ERNIE, o Microsoft que anunció la integración de ChatGPT con su buscador Bing, que sin duda abrirán un mundo de posibilidades en el mundo del derecho.

 

Autor: Andrés Morales Lara, Director Ejecutivo y Socio de Brigard Urrutia
 

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